2/27/2016

Apocalypse World. Capitulo IV




Capitulo IV
El asalto a "La teta"

   En el interior del casino ahora solo se oye la sugerente música del numero de las "Shinning Stars". Tras la explosión que ha sacudido los cimientos del edificio, la mayoría de sus ocupantes miran enmudecidos hacia las ventanas que dan a la parte delantera del local. Marte es de los pocos que siguen observando a las bailarinas eróticas, que, ajenas a lo que ocurre más allá de los focos, prosiguen con su numero. Detiene la mano con el chupito de tequila a escasos centímetros de su boca y murmura, casi para si. -¡Vaya! Creía que teníamos más tiempo...

-¿A qué te refieres? .-Pregunta Blues,bastante confundida por las circunstancias, el tequila y la manipulación mental de Marte.

-Al ataque de los hombres de un tal Toyota, con el que nuestra querida Silver a traicionado a Larry, por supuesto. - Contesta el peculiar hombrecillo antes de engullir el fuerte licor de un trago.

-¿Cómo sabes eso? -Inquiere Blues, recuperando la sobriedad a marchas forzadas conforme comienza a comprender la situación.

-A eso me dedico, señorita Blues, a saber cosas. -Dice Marte, aún sin apartar la mirada del escenario. Por fin comienza a oírse el murmullo alarmado del resto de parroquianos por encima de la música. Varios miembros de la banda de moteros se ha apelotonado en torno a las ventanas, intentando averiguar la procedencia de la detonación.

-Ahá ¿Y por qué no has dicho nada antes? -No necesita leer a Blues para saber que está molesta con él. Su tono agresivo y el ceño fruncido son pistas suficientes para cualquiera con dos dedos de frente. Por el rabillo del ojo, observa como uno de los motoristas de la ventana se dirige hacia ellos.

-Bueno... Por varios motivos, en realidad. -Comienza a enumerar Marte, contando con los dedos de la mano. -Uno: Estaba pasando una agradable velada con una mujer hermosa. -Nota que Blues se sonroja y sonríe para sí mientras continua su listado. -Dos: Habría sido una tremenda descortesía hacia las dos señoritas que están ofreciéndonos este delicioso espectáculo. -Hace un gesto hacia las "Shinning Stars", quienes , a juzgar por la indumentaria que les queda, deben estar acabando su numero de strepteasse. -Y tres: No tenia ni idea de que sería esta misma noche, por lo que no lo consideré mi problema. -Finaliza, encogiéndose de hombros al tiempo que el matón de Blues llega junto a ellos.

-¡Vaya! Estás hecho todo un filántropo. -Responde Blues con una carga mortal de sarcasmo en la voz antes de volverse hacia el recién llegado. -¿Que pasa, Bocachancla?

-Jefa, los chicos están preocupados por la "extorsión" de antes y querrían saber si tiene algo planeado, aparte de pasarse la noche de copas con este pisaverde. -Señala despectivamente a Marte.

-Disculpe, caballero, pero no acabo de entender su dialecto. -Interrumpe el psíquico.

-Eso es porque no eres tan "estucado" como yo. -Explica Bocachancla con expresión de superioridad.

-No me cabe duda, señor Bocachancla. -Viendo la capacidad expresiva de su subalterno, Marte comienza a comprender como es posible que Blues sea la jefa de la banda. -En cualquier caso, sugiero que se preparen para un asalto frontal por parte de un grupo armado bastante superior en numero a su alegre pandilla. -Mientras habla, no aparta su mirada de Blues, preguntándose si la habrá juzgado correctamente o si le aguarda una, (probablemente mortal) paliza a manos de su banda de moteros.

Blues frunce el ceño durante unos segundos que se le hacen muy largos. -De acuerdo. -Dice finalmente. Marte contiene un suspiro de alivio -Dile a los chicos que se preparen para defender el local. Montad barricadas y apostaos en las ventanas. Yo me encargaré de que el resto de peña del bar no moleste. -Y, sin esperar contestación, se levanta del taburete y se dirige hacia el escenario.

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   La líder de los "Sons of Davidson" irrumpe en mitad del espectáculo de las chicas de Larry como una bola de bolos lanzada con mano experta, causando una serie de piropos subidos de tono por parte de los escasos clientes que siguen atentos a las bailarinas, que creen que viene a unirse al show. Las "Shinning Stars" dejan de bailar y se quedan inmoviles, sin saber muy bien que hacer, mirándola con ojos de carnero degollado. Sin perder tiempo, Blues se lanza a dar un discurso improvisado a los pobres imbéciles que se han visto atrapados en la inminente refriega. Sabe que hablar a las masas no es lo suyo, pero parece que nadie más está por la labor, así que, como de costumbre, a ella le toca coger al puto toro por los cuernos. Además, está segura de que sabe que cuerdas tocar para que la gente le haga caso y comiencen una ordenada retirada por la puerta trasera. No obstante, no contaba con la estupidez de los espectadores habituales del local, que hacen caso omiso de sus palabras y le insisten a grito pelado en que "se lo quite todo". Ante semejante fracaso, Blues decide que lo mejor es cambiar radicalmente de estrategia. Desenfunda su revolver y pega cuatro tiros al techo.

-¡Que os pireis todos por la puta puerta trasera, subnormales! -Grita en mitad del silencio que han provocado los disparos en la sala.

La multitud comienza a huir enloquecida hacia la puerta principal sin orden ni concierto, aplastando a los mas lentos en su ansia por salir al exterior, donde les aguardan los hombres de Toyota  con sus ametralladoras pesadas.

-Putos gilipollas. -Murmura Blues mientras piensa que al menos hoy ha descubierto algo nuevo sobre si misma: No es que hablar a las masas no sea lo suyo, no. Es que es se le da de puta pena.

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   En el exterior, Phoenix, oculto en el interior de su Coupé, intenta decidir qué hacer para no morir en mitad del tiroteo. Por el lado bueno, gracias al Sinrostro y la orgía de sangre y destrucción que ha organizado, nadie se ha fijado todavía en él. Por el lado malo, no ve cómo cojones va a poder llegar a su otro vehículo. El que tiene las armas y el blindaje. Además, debido a la explosión, el resto de hijos de puta que aguardaban en la parte trasera del bar, han decidido que casi mejor se sumaban a la fiesta.
Por un momento se plantea si no seria mejor arrancar el coche y salir de ese lugar perdido de la mano de Dios para no volver jamas. Al fin y al cabo, ese es su rollo. No echar raíces en ningún lugar. Vivir en la carretera. Follar con una chica distinta en un poblacho distinto cada noche. Eso es vida para él. Ni siquiera entiende por qué coño no ha reparado en ello las ultimas semanas trabajando como transportista de Larry. Vale, el tío se portó con él. Podría decirse que prácticamente le salvó la vida al amañar esa partida para que Phoenix pudiera pagar a los prestamistas que le estaban buscando las cosquillas. Pero, ¿No ha saldado ya esa deuda con creces? ¡Joder!. ¡Varias! ¡Putas! ¡Semanas!.
El golpetazo de una cabeza seccionada (seguramente por cierta motosierra) contra el costado del Coupé interrumpe sus pensamientos. Joder, la que está liando Douglas ahí fuera... ¿Ese tío es humano? Tímidamente, Phoenix asoma la cabeza por encima del capó y contempla el dantesco escenario: A apenas diez o doce metros de su escondite, una docena de matones fuertemente armados disparan contra la fachada de "La teta", la mayoría a pie, dos desde los vehículos con ametralladoras pesadas acopladas. Aunque parece que se han encontrado con algo de oposición por parte de la banda de Blues (dicho así a Phoenix le viene a la cabeza la imagen de un grupo de cuatro o cinco "morenos" vestidos de traje sacando metralletas de las fundas de sus instrumentos). Afortunadamente sus disparos se centran en las ventanas, dejando a su "bebé"  ileso de momento. Bastante más lejos, el resto de hombres de Toyota (Phoenix los ha reconocido de sus viajes a la ciudad) intentan detener a Douglas sin éxito. El Sinrostro ha decapitado ya a cuatro de ellos sin aparente esfuerzo. Es acojonante como avanza de presa en presa a su habitual paso tranquilo blandiendo la motosierra como quien agita un periódico enrollado para ahuyentar moscas. Lo que Phoenix no entiende es por qué no huyen cuando le ven llegar hasta ellos. Se quedan parados en el sitio, descargando sus armas sobre el portero de "La teta" aun cuando ya ha quedado claro que son completamente inútiles contra él.

-Ostia puta. -Murmura Phoenix, ya de pie, aturdido por la crudeza de la batalla. Cuando finalmente vuelve en sí se da cuenta de dos cosas: Uno, que no sabe cuanto tiempo lleva ofreciendo un blanco claro y (seamos sinceros) no precisamente pequeño,  a los atacantes. Y dos, que pese a ello nadie se ha fijado en él. Se le ocurre que quizás, si es lo suficientemente audaz y si tiene mucha suerte, pueda llegar de una carrera a su "bebé" antes de que esos bastardos se den cuenta de lo que pasa.
Evitando pensar demasiado en lo que está haciendo para no achantarse, se echa hacia atrás la visera de la gorra, cuenta mentalmente hasta tres y emprende la carrera de su vida hacia la furgoneta aparcada a veinte metros escasos. Casi ha llegado a ella cuando la arena a sus pies comienza a explotar por las ráfagas de armas automáticas...

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   El rítmico golpeteo sincopado despierta a Larry de su ensimismamiento. Se levanta furioso de su cama y se toma un minuto para calmarse antes de ir a abrir la puerta a Red (Tras tantos años reconoce su forma de llamar como si de su firma se tratase). Debe tratarse de algo importante o su tímido subordinado no se atrevería a interrumpir así su retiro espiritual. Todos los miembros del staff de "La teta" saben que el jefe necesita esos breves periodos de paz para conservar su estabilidad mental y su aplomo.

-¿Qué sucede, Red? -Pregunta, entreabriendo la puerta tan solo unos centímetros, receloso de su espacio privado. Pero no tiene que esperar a que el manojo de nervios pelirrojo que es su mejor camarero conteste para hacerse una idea aproximada cuando, finalmente, el resquicio de la puerta deja entrar el ruido a la habitación insonorizada.

-¡Son los hombres de Toyota, jefe! ¡Están atacando el local! -Larry piensa que tiene que hacer algo para que Red aprenda a disfrutar un poco de la vida antes de que muera de un infarto. Aunque bien mirado, igual este no sea el mejor momento.

-Muy bien. Bajemos a atender el pedido de los caballeros, entonces. -Dice mientras coge algo apoyado en un estante al lado de la puerta.

-¿Nos están acribillando y usted pretende servirles bebidas? -Pregunta Red, confundido.

-Pretendo servirles algo más duro. -Sentencia Larry, amartillando su revolver mientras comienza a bajar las escaleras de incendios del exterior del local. Su tono hace que un escalofrío recorra la espalda de Red. -Cortesía de la casa.

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Marte se considera a sí mismo un experto en la psique humana. No en vano la ha estudiado a conciencia desde que descubrió sus dones. A lo largo de su vida ha visto lo peor de su propia especie, lo que nadie quiere mostrar al resto del mundo, la podredumbre inherente a las mentes de los seres, teóricamente inteligentes, que provocaron la destrucción del mundo. Sin embargo, hay días que la gente aún consigue sorprenderle. Observa boquiabierto como los, hasta hace poco tranquilos, clientes de Larry, salen corriendo al aparcamiento de la parte delantera del bar, donde son acribillados por los hombres de Toyota como si de patos de feria se tratase.

-Coge esto. -Le dice Bocachancla, ofreciéndole la recortada que guardaba Larry bajo la barra. -Te hará falta si entran esos "capones".

-Muy amable, señor Bocachancla, pero no, gracias. No me gustan las armas de fuego. -Declina cortésmente Marte. El resto de la banda de Blues ya está ocupada devolviendo el fuego. Saben que están en evidente inferioridad numérica, pero parecen estar pasándoselo en grande.

-Tú mismo, tío. Es tu funeral. -El motero se encoge de hombros y amartilla el arma, volviéndose hacia la ventana cubierta de tablones para sumarse a la fiesta.

Marte se encamina sigilosamente hacia el inmenso hombre de color que viste una chupa de piel humana con el tatuaje "White power" en la espalda. Hace rato que se ha fijado en él, y le parece el instrumento más adecuado para la situación actual. Sin que se percate de su presencia, se sitúa a su espalda y posa su mano enguantada en el fuerte cuello de ébano mientras cierra los ojos y se concentra en una orden sencilla (hace tiempo que descubrió que, cuanto más simple sea la orden implantada, más difícil le es a la victima resistirse).

-Protégeme. -Susurra. En realidad no es necesario vocalizar la orden, pero le ayuda a proyectarla con más fuerza. White Power pone los ojos en blanco mientras su mente intenta resistirse a la violación psíquica, pero sus posibilidades son escasas. Los poderes de Marte ya son impresionantes de por sí. Sumándoles el toque del guante azul cuya tecnología se perdió para siempre con el cataclismo o los fármacos potenciadores que guarda como oro en paño... Bueno, Marte sabe que sigue siendo posible resistirse a sus ordenes, pero no sin sufrir una embolia en el proceso. Cuando el gigante negro recupera la consciencia apenas se nota el sutil cambio en su postura para cubrir por completo a Marte con su propio cuerpo.

-Creo que van a intentar entrar. -Dice Blues a su lado, mientras recarga el arma. Acaba de llegar del escenario en el que ha provocado la avalancha y con un único vistazo rápido a través de la ventana ya se ha hecho una idea bastante exacta de la situación. Marte se asoma por debajo del brazo de su esclavo mental para comprobar que la motorista ha calado la situación con éxito. Un grupo de ocho o nueve hombres se ha ido acercando poco a poco a la entrada del asediado bar, aprovechando varios coches a modo de parapeto para evitar los disparos de los moteros. La táctica es un completo éxito para  los seis hombres que llegan a la puerta de "La Teta"  y la echan abajo. Para los compañeros que se han quedado esparciendo sus sesos por el suelo del aparcamiento, no tanto.

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   Blues comienza a pensar que puede que salgan con vida de esta. Al fin y al cabo en peores se han visto. Seis tipos, por muy bien armados que estén, no les pueden dar demasiados problemas. La recién adquirida confianza en su suerte le dura exactamente cuatro segundos. Los cuatro segundos que tardan el resto de hombres de Toyota en entrar por la puerta trasera rifles en mano.

-¡Me cago en la puta! -Grita mientras se tira detrás de una maciza mesa de billar, evitando los disparos por un margen demasiado escaso como para sentirse cómoda. La mayoría de sus hombres interpretan el juramento como una orden explicita de devolver el fuego, y se desencadena el infierno en el casino.
Solo dos figuras permanecen en pie en mitad del caos del tiroteo. Uno es el hombrecillo de negro. No le sorprende demasiado verlo caminar tranquilamente hacia la barra. Está claro que tiene que ser alguien peligroso para haber sobrevivido en este mundo, aunque se ha preocupado mucho por aparentar lo contrario. El otro es White Power. Esto ya le resulta mucho más extraño. Le conoce bien, como a la mayoría de integrantes de su banda, y sabe que es un combatiente capaz y astuto, y que en estas circunstancias ya debería haber encontrado un buen parapeto desde el que devolver el fuego. Sin embargo ahí esta. caminando delante de Marte Jones, sin que parezca importarle una mierda su propia integridad física. De momento ha tenido suerte y apenas ha recibido un par de heridas superficiales, pero Blues sabe que solo es cuestión de tiempo que un disparo afortunado acabe con él.

-¡White! ¡Ayúdame! -Pide al otro hombre negro de su banda (los integrantes de la misma son bastante peculiares a la hora de poner motes). White, su lugarteniente de confianza, entiende lo que pretende hacer en cuanto la ve coger la mesa por una de las patas y, rápidamente, hace lo mismo con la del extremo opuesto. Entre los dos la levantan a pulso y avanzan usándola a modo de escudo hacia los enemigos parapetados tras la barra del bar. Blues grita a varios de sus  camaradas que los sigan mientras el resto se quedan reduciendo a los matones que han entrado por la puerta principal, que no son rivales en el combate cuerpo a cuerpo para unos camorristas tan entusiastas como ellos.

Ahora! -A su orden, cuatro motoristas enfundados en cuero, White y ella misma saltan por encima de la barra y la emprenden  a golpes y machetazos con los sorprendidos hombres de Toyota, que apenas aciertan a oponer resistencia. Todo acaba en pocos segundos con la apresurada retirada de los pocos asaltantes que continúan respirando. De refilón, ve como White Power, aún de pie y ejerciendo de escudo humano de Marte, dispara mecánicamente por la espalda a los hombres de Toyota que huyen hacia sus coches. Mientras tanto, Marte Jones parece estar disfrutando de una copa (Blues apostaría su moto a que se trata de un Martini) mientras mira fijamente al único matón vivo que queda en "La teta", quién permanece completamente inmóvil con las manos en alto.

-Bien. Parece que tenemos un rehén al que interrogar. -Dice acercándose al tembloroso desgraciado que Marte (sabe que ha sido él) ha capturado quién sabe como. Los miembros de su banda que no están ocupados examinando cuantos de sus compañeros caídos siguen vivos, los rodean para comprobar en primera fila que su jefa sigue siendo la zorra más chunga a este lado de la brecha (o para buscar cualquier signo incipiente de debilidad). Y entonces se hace de día. O al menos eso es lo primero que piensa Blues cuando una luz como la del mediodía en el desierto entra de repente por la ventana. Solo cuando, momentos más tarde, llega el ruido de la explosión, se da cuenta de su error. No tiene ni puta idea de qué cojones ha pasado ahí fuera, pero esta segunda explosión deja a la de unos minutos antes a la altura de un misero petardo.

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   La buena noticia para Larry es que Red y él tienen una cobertura bastante decente detrás del montón de chatarra que apenas unos minutos antes había sido un vehículo completamente funcional. La mala es que la herida del hombro de Larry necesita tratamiento urgente. La peor es que una camioneta de los bastardos que están intentando destruir el trabajo de toda su vida se dirige marcha atrás directamente hacia ellos con intenciones claramente hostiles.

-¿Es un lanza-misiles eso que llevan en la parte trasera? -Pregunta Red con un hilo de voz. Larry no se molesta en asomarse para comprobarlo. Ya se ha percatado de ese detalle antes, y está convencido de que si no lo han usado aún es únicamente porque quieren conservar "la teta" en las mejores condiciones posibles para cuando la posean. Al fin y al cabo, tiene fama de ser el mejor local de alterne en muchos kilómetros a la redonda. Aunque visto el cariz que está tomando la batalla, está casi convencido de que eventualmente lo considerarán una opción viable.

La camioneta se encuentra ya a escasos metros de su refugio y Larry se plantea salir al descubierto para evitar la embestida, aunque sabe bien que sería salir de la sartén para caer en las brasas, cuando el monstruo de varias toneladas blindado de Phoenix (al que él llama "bebé", Larry prefiere no entrar en detalles sobre las filias de su transportista) la intercepta ejecutando un derrape casi suicida. El choque entre ambos vehículos le hace vibrar los huesos, pero por lo que puede apreciar desde su parapeto, la camioneta de Toyota se ha llevado la peor parte. Algo que debe pensar también su conductor que, dándolo ya todo por perdido, escapa a la carrera en pos de las otras dos únicas furgonetas que les quedan a sus frustrados asaltantes.

-¿Estais bien? -Pregunta Phoenix, asomando la cabeza por la ventanilla, pero Larry no contesta. En su lugar, señala hacia el camino de grava por donde están huyendo los motorizados hombres de Toyota, y hacia el hombre del kimono de vivos colores que los persigue a la carrera blandiendo la motosierra. Los tres se quedan lívidos mientras contemplan con una mezcla de asombro y terror como el Sinrostro da un prodigioso salto directamente hacia la parte trasera de la rezagada camioneta y cae como la ira de Dios sobre el lanzamisiles (y el hombre que lo apunta hacia "La teta") con la motosierra por delante. La ulterior detonación los deja ciegos como murciélagos durante varios minutos. Pese a ello, en medio del completo silencio y de la absoluta oscuridad que les envuelve, todos se sienten treméndamente afortunados de seguir con vida. Y, sobre todo, de que Douglas sea su aliado.




Bueno, pues este es el penúltimo capitulo antes de acabar con lo que fue la primera sesión de juego de Apocalypse World (Y hoy toca la tercera, así que llevo bastante retraso, pero es que se me esta extendiendo demasiado esto... me parece que como relato corto ya no va a colar...). Comprobareis que este capitulo es bastante más largo que los anteriores, pero es que ya era donde tocaba meter a todos los jugadores haciendo cosicas a la vez, y claro... Al final he pasado de meter un fragmento desde el punto de vista de Douglas, más que nada porque me parecía más divertido ver la que estaba liando desde fuera... Pero como siempre, cualquier critica que tengáis será bien recibida ^^.

2 comentarios:

LinaChan dijo...

Primeeeeeeeeeeeeeeee!!!

Ha molado mucho el capítulo. Quiero más :)

Piteas dijo...

Mola muchísimo!

Aunque el resto de capitulos me ha encantado, este te deja con la sensación de haber mordido un buen pedazo de historia. Mucha acción, histeria, lloros y detergente.

Teng omuchas ganas de ver como transcurren los otros dos (¿quizás tres?) capítulos con las consecuencias... ¡A ver si podemos continuarlo y seguir dando combustible a la historia!