3/04/2016

Apocalypse World. Capitulo V

Ultimo capítulo de la primera sesión de juego de Apocalypse World (De momento solo llevamos dos, así que no llevo tanto retraso como creía), y ya se empieza a ver que los personajes son un tanto atípicos para una partida de rol al uso... Personalmente me gusta mucho mi personaje, pero me cae un poco como el culo XD En fin... veremos en que desemboca todo esto. Y lo de siempre: cualquier critica será bien recibida y muy agradecida.





Capítulo V
Juegos mentales

No quiero hacer esto (si quiero) ¿por qué estoy haciendo esto? Esto está (bien) mal. Quiero hacerle (DAÑO) daño. Quiero (quiere) sentir (dolor) algo. ¡NO! ¡DETENTE! (No pares)... -La mente de Blues se encuentra fragmentada. Todos estos pensamientos se agolpan, caóticos, en su cabeza mientras rasga la camisa del endeble hombrecillo con sus fuertes manos. Él trata de oponer resistencia, pero lleva todas las de perder. Al fin y al cabo, gran parte del control que ella ejerce sobre su banda se debe a su fortaleza física.
Mientras fuerza al forastero a sentarse en una desvencijada silla, Blues apenas presta atención a su entorno. Sabe que están los dos solos, y en lo más profundo de su subconsciente, recuerda dónde están y como han llegado aquí, pero eso ahora no importa. La única idea clara que queda en su mente es que tiene que poseer a este hombre. tiene que poseerlo violentamente. Dejando salir su lado más salvaje. -Lo necesito, lo necesito, lo necesito... (Lo quiere) ¡HAZLE SUFRIR! (libérale)- Sus inconexos pensamientos se ven momentaneamente interrumpidos por el gemido (¿De dolor? ¿De placer?) que articula Marte cuando le desgarra el cuello de un mordisco. Blues saborea la sangre en sus labios. En ese momento en que las voces de su cabeza callan, Blues se da cuenta de que le está haciendo a él lo mismo que casi le hizo a ella al anterior líder de la banda. Aquello por lo que acabó separado de sus pelotas, con las que dio de comer a los coyotes.
Se dice a si misma que no va a seguir con esto, no puede seguir con esto o se odiará a sí misma, pero al mismo tiempo ve como su propia mano empuja con fuerza la cabeza de Marte contra el respaldo de la silla y se sienta a horcajadas sobre él. La ropa de ambos está desperdigada por el suelo de la habitación (¿Como ha llegado ahí?). Cuando -Al fin- lo tiene dentro de ella, siente -asco VERGÜENZA (placer)- cómo le crujen los delicados huesos a causa de sus salvajes embestidas. Aunque ve que su victima está haciendo grandes esfuerzos por no gritar, le agarra con ambas manos por su frágil cuello. Se da perfecta cuenta de que Marte apenas puede respirar y se estremece al darse cuenta de que la asfixia del hombrecillo le provoca placer. Marte boquea desesperádamente, intentando respirar, pero ella aprieta sus manos con fuerza intentando prolongar esa dulce sensación y entrecruza sus poderosas piernas con las de él para evitar sus espasmos. Pasa un buen rato hasta que aparta las manos (el cuello, ahora abotargado y cubierto de cardenales la excita aún más) y le tapa la boca con los jirones de una camisa destrozada (su camisa destrozada) para tener las manos libres. Nota como los últimos restos de autocontrol que aun conservaba se le escapan rápidamente y hace un esfuerzo sobrehumano por recomponerse, pero las voces -Libérate. (quiero que suplique) ¡DESTRÓZALO!- de su fragmentada psique son demasiado fuertes. Su mente sucumbe por fin a la locura y al placer y, al llegar al climax (nota como él llega también), cae en una indulgente negrura. Con los últimos retazos de consciencia, trata de recordar cómo ha llegado a esto...


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-... Parece que tenemos un rehén al que interrogar. -Dice Blues, un segundo antes de que el lanzamisiles de Toyota explote. El local queda en sobrecogedor silencio hasta que Larry, herido y apoyándose en Red, entra por la puerta y les cuenta lo que ha ocurrido fuera del bar. Blues no sabe que es lo más increible, si la hazaña del Sinrostro al acabar prácticamente él solito con el ejercito que les asediaba o el que siga vivo (aunque inconsciente)  tras la brutal deflagración. No le extraña que Larry vaya a cargar con todos los gastos médicos que requiera el enmascarado portero. Aun le sale barato.

-Si no les molesta, y dado que ya está todo resuelto, me gustaría ofrecerles mi ayuda en el interrogatorio de este interesante sujeto. -Blues se gira al oír la voz de Marte a su espalda y lo encuentra al lado del hombre de Toyota al que tenían ya atado a una silla.

-No veo que información vas a poder conseguir tú que no puedan sacarle mis hombres con un par de barras de metal... -Objeta ella.

-Tampoco pierden nada por probar, ¿No? -Responde Marte mientras acaricia distraidamente la mejilla del prisionero con su mano enguantada.- A ver, Bobby -Dice, girándose hacia él- Las cosas están así: O cuentas a estos muchachos todo lo que quieran saber, o vamos a hacerte a ti lo que tú les hiciste a tu prima Libby  y su amiguita a la orilla de aquel lago. -Blues observa como la tez de Bobby palidece y no duda de que, sea lo que sea lo que ese hombre les hizo a esas dos chicas, se merece todo lo que pueda pasarle a partir de ahora.

-¡Pues claro que se lo voy a contar, joder! ¡Pero porque da igual! ¡No podeis hacer nada! Y tu... ¿Te crees que me das miedo, con tus putos juegos mentales? ¿En serio crees que eres el único puto jodementes que hay en la ciudad? -Espeta Bobby. 

Blues se queda anonadada al ver por primera vez una expresión en la siempre inmutable cara de Marte. Una sonrisa de oreja a oreja cruza sus facciones. Se alegra de que no lo haga a menudo, hay demasiadas cosas mal en esa sonrisa. Para empezar, parece como si le hubiesen explicado como se hace, o lo hubiese leído en un libro, pero nunca hubiese visto un ejemplo practico. La sonrisa empieza y acaba en sus labios, pero sus ojos siguen fríos como el hielo. Además, su boca se abre demasiado y hace que parezca que tiene demasiados dientes. Se dice a si misma que debe tener mucho cuidado con este tipo. Es mucho más peligroso de lo que había supuesto en un principio.

-Eso es exactamente lo que creía, si. -Dice Marte en un tono tranquilizador que seguramente funcionaria mejor si el rehén no pudiera verle los ojos.- Así que, ¿Por que no me saca de mi error y me cuenta todo cuanto sepa sobre otros psíquicos en la ciudad?

-Solo se que desde que "La chica de John" llegó, las cosas han cambiado mucho en Vieja Orleans. Ahora el jefe controla la mayoría de los locales. -Contesta Bobby.

-¿Quién es John? -Intercede Blues.

-¿Quién? -Pregunta Bobby ,confundido.

-Es igual. -Corta Marte.- Dinos por qué, si tan fácil le ha sido a Toyota hacerse con el resto de locales pacíficamente, ha tenido que tratar de tomar este por la fuerza.

-No tengo ni puta idea. Y no creo que podáis sacarme nada más que os sea útil. -Contesta Bobby ganando confianza por momentos.- Si vuelvo con Toyota creerá que le he traicionado y me matará, así que ya no podéis hacerme nada peor...

-¿Te apuestas algo? -Dice Blues mientras desliza su machete por el cuello del sicario de Toyota.

Al final resulta que si que podían sacarle algo más. El numero de tropas de Toyota, su distribución y guardias, el armamento de que disponen y qué locales ha conseguido ya gracias a "La chica de John", aparte de la confesión entre sollozos de una cruel y mezquina violación a dos niñas de apenas ocho años. Y un par de dientes de regalo.

-Bueno, ¿Y ahora qué hacemos con él, jefa? -Pregunta Bocachancla una vez queda claro que el interrogatorio ha llegado a su fin.

-¡Joder, pues rematadlo, coño, que parece que tengo que deciroslo todo! -Contesta ella, un poco molesta con su subordinado por hacerle quedar mal ante Marte.

-¿Puedo ofrecerles una alternativa más higiénica, señorita Blues? -Inquiere el psíquico, alzando un dedo para llamar su atención como si de un alumno de primaria se tratase.

-A ver. ¿Que barrabasada se te ha ocurrido, cariño? -Blues no puede evitar el deje de admiración en su tono. El pequeño bastardo está comenzando a labrarse su respeto.

-¿Por que no se lo devolvemos a Toyota? Al fin y al cabo, como el propio Bobby nos ha indicado, lo más probable es que él mismo nos haga el trabajo sucio... -Responde Marte, mientras observa atentamente la expresión de puro terror en la cara de su rehén.

-Si, pero ¿Como pretendes hacerlo? Dudo mucho que este tío sea tan gilipollas como para volver él solito -Objeta Blues. Le gusta la idea, es elegante y sencilla. Pero inviable.

-Parece que aun no confía usted en mis habilidades... No se si sentirme ofendido. -Marte se ajusta el extraño guante azul mientras vuelve a acercarse a Bobby, quien echa la cabeza hacia atrás en un futil esfuerzo por alejarse de su contacto. Mientras le sujeta firmemente con la mano enguantada por la base del cráneo, acerca los labios a la oreja del aterrado prisionero y susurra algo que Blues no llega a oír. Bobby pone los ojos en blanco y una gota de sangre asoma por su nariz. Acto seguido, Marte corta las ataduras que le sujetaban a la silla y el aturdido secuaz de Toyota se pone en pie sin acusar las múltiples lesiones sufridas durante el interrogatorio para, a continuación, avanzar como un zombie hacia la salida de "La teta". Blues nota como sus hombres miran a Marte con aprensión, manteniendo las distancias (especialmente White Power) mientras Bobby se pierde tras el marco de la puerta, caminando hacia una muerte segura por su propio pie. Pero por la voluntad de otro.

-¿Estás seguro de que ha sido una buena idea? -Pregunta Blues, ya fuera del bar, mientras recorren juntos el camino de grava que lleva a la entrada de Nueva Orleans.

-A un nivel meramente táctico, probablemente no -Contesta Marte, mientras arrastra tras de si su sempiterna maleta.- Pero siendo la primera vez que oigo hablar de alguien como yo, me pareció de mala educación no presentarme... Por cierto, al final nadie me ha indicado un lugar donde poder alquilar una habitación. 

-Puedes venirte con nosotros. -Interrumpe Blues. Pese a que ha vislumbrado un lado oscuro en el ridículo hombrecillo, no puede evitar sentir cierta simpatía por él. Y además, les puede ser muy útil alguien con sus "habilidades".- Hemos ocupado ese edificio.- Señala el bloque de apartamentos semi-derruido al lado de "La teta".

-Si no les es mucha molestia... -Apunta tímidamente Marte.

-¡Pues claro que no! -Lo tranquiliza ella, desenfadada.- Siempre y cuando no uses tus trucos mentales conmigo, claro.

-No puede prometer nada. -Contesta Marte. Blues aun se está riendo de lo que considera un chiste mientras entran a su guarida. No tardará en abrir los ojos...


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...Cuando vuelve en si apenas han pasado unos instantes, pero se encuentra ya en pie, Marte la observa semidesnudo desde el suelo, secándose la sangre de su ceja partida con el trozo de camisa que antes le sirviera de mordaza. Ve como la motorista levanta la mano para secarse las lagrimas pero detiene el gesto a medio camino al ver los mechones de pelo rubio agarrados en su puño y la aparta bruscamente. Marte casi puede saborear el momento exacto en que la culpa y el arrepentimiento hacen acto de presencia por su expresión. Solo por ver ese cambio en su mirada ya ha valido la pena manipularla.

-Toma, me parece que a ti te hace más falta. -Le dice, ofreciendole el improvisado pañuelo manchado de sangre. Ella lo aparta, furibunda (Marte nota como tiene que contenerse para no pegarle). Seguramente crea que se está burlando de ella. Y lo raro es que, si bien es algo que haría en circunstancias normales, en esta ocasión ni se le ha pasado por la cabeza.

Recuerda que cuando entraron a esta habitación (ella con el único propósito de adecentarla un poco para que él pudiera dormir ahí) después de la fiesta de celebración con su banda de moteros, le pareció el momento perfecto para liberar el autentico yo de Blues. Puede que fuese demasiado pronto, pero llevaba esperando esto desde que sintió su presencia en el Maelstrom por primera vez, y no sabia si volvería a pillarla tan desprotegida.
Marte ha hecho esto antes. Lo ha hecho muchas veces, y con la practica, lo ha perfeccionado. Sabe exactamente que teclas tocar para liberar por completo a una persona. Por eso le extraña tanto el comportamiento de Blues cuando la liberó de sus cadenas. Seguro que ella cree haber sido salvaje y brutal, y se sentirá asqueada por lo que ha hecho ahora que ha recobrado el control, pero para él ha sido algo casi tierno. Ni siquiera ha tenido que utilizar las contramedidas. Puede que esta sea la idea que tiene ella de una violación, pero es lo más cercano a hacer el amor que Marte ha experimentado jamás. Nunca nadie ha sido tan inocente cuando se le ha dado el regalo de poder actuar libremente sin pensar en las consecuencias. Se pregunta si es esa inocencia interior que ha percibido durante el contacto carnal lo que le ha atraído hacia ella, y si ese es el caso, ¿Para que?, ¿Para protegerla?, ¿O para corromperla? Lo que sí tiene claro es que si sus hombres se enterasen de la personalidad que Blues oculta tras la capa de violencia y sensualidad que les muestra, los "Sons of Davidson" no tardarían en tener un nuevo líder.
Está abstraido en estos pensamientos cuando se abre la puerta de la habitación y un sorprendido White asoma la cabeza.

-Jefa... ¿Va todo bien? -Pregunta titubeante. Por la mirada que le lanza a Marte, este deduce que el lugarteniente debe ir detrás de su querida "jefa" desde hace bastante tiempo. Se pregunta, divertido,  que idea se habrá hecho White al ver la dantesca escena: La líder de su Banda apenas vestida llorando a lagrima viva y con los nudillos despellejados, el escuálido forastero tirado en el suelo sangrando por varias heridas y con la ropa hecha jirones, los muebles destrozados... Se dice a si mismo que más le vale tener vigilado a este sujeto si quiere evitar problemas en un futuro cercano.

-Si... Si, White... todo va bien. Tranquilo. -Responde Blues, con voz entrecortada mientras se restriega las lagrimas con las palmas de las manos. Le cuesta un poco más convencerle, pero finalmente el enorme negro abandona la habitación a regañadientes cuando ella comienza a gritarle. 

Blues acaba de vestirse sin decir nada. Marte la contempla en completo silencio. Está tentado de decir algo para relajar la tensión, pero algo le dice que solo conseguiría empeorar las cosas, y aunque es algo que también le gustaría ver, decide dejarlo estar por el momento. Finalmente Blues sale de la habitación sin dirigirle ni tan siquiera una mirada y Marte se queda a solas con sus pensamientos. Al poco rato oye como comienza lo que parece una pelea de taberna en el piso de abajo y, viendo que le va a ser imposible pegar ojo, se sienta en la postura del loto e intenta dejar la mente en blanco para conectar con el Maesltrom. No siempre lo consigue, pero quizás esta noche tenga suerte...

3/01/2016

Dungeon World. Capitulo I

Parece ser que lo de relatar las aventuras roleras a gustado al menos al master habitual, que ha decidido comenzar a narrar la historia que se está gestando con el otro juego del mismo sistema que "Apocalypse": Dungeon World. Así que aquí teneis el primer capitulo escrito por Piteas de las desventuras de la clérigo loca de Taria y mi pequeña ladrona... Mientras tanto, yo sigo escribiendo el capitulo V de "Apocalypse World", y espero que esté listo para el jueves o el viernes (He tenido menos tiempo para escribir con el cambio de turno en el trabajo, pero como al final no hubo partida este fin de semana pasado, tampoco me voy a dar mucha prisa para no quedarme sin cosas que contar).



Capitulo I

Belladona salió de entre la espesura junto al río. En esta parte de la garganta, tan alto en la montaña, el agua sonaba con fuerza, ahogando los ruidos nocturnos del bosque. La joven se sentó a tomar un respiro en una roca en la orilla, aprovechó para llenar su cantimplora y dedicó unos segundos a admirar el cielo tachonado de estrellas: la luna aún seguía tras las montañas y podía admirar hasta el más humilde de los luceros. El cielo estrellado era el único placer que Belladona le veía al campo frente a la ciudad, así que se recreó admirándolo hasta que notó el frío de la noche calándole los huesos.
Se embozó la capa contra el viento, que bajaba ahora cortante de los picos, y volvió por el sendero entre zarzas hasta el campamento. Para su sorpresa, sus compañeros ya se calentaban alrededor de una acogedora fogata.
Realmente, la primera hoguera que habían perpetrado era poco más que una agonizante llama que vomitaba un desagradable humo negro mientras chisporroteaba entre la poca madera húmeda que habían encontrado. Pero quiso la fortuna  que una de las chispas alcanzase las mochilas y prendiera en el petate de Pelín. Todo su contenido fue pasto de las llamas en apenas un instante, pero dejo un bonito y cálido fuego que devoró sin chistar las dos lonas embreadas que intentaron usar para apagarlo.
Al final decidieron dejarlo como estaba y decirle a Bella que la habían encendido ellos, disfrutando los tres de la cara de sorpresa e incredulidad de esta al llegar al campamento. Bueno, disfrutando al menos Dulce y Unojo: Pelín no podía reprimir una mueca de tristeza al distinguir entre las llamas los restos calcinados de sus pertenencias.
-          Bueno, bueno –saludó Dulce- ¿ha ido bien tu caza esta noche? ¿o volveremos a cenar cecina seca?
-          ¡Perfecta! –contestó animada Bella.
-          Entonces –cortó Unojo mientras se levantaba- iré a por el cuchillo de despellejar conejos.
-          Bueno, errr… al final no he podido cazar los conejos. ¡Los miserables corren mucho más de lo que me esperaba!
-          ¿Entonces?
-          Urogallos… los he visto y me he dicho “No será muy distinto a robar gallinas ¿no?”.
-          Bueno, pues pásamelos y los desplumo y…
-          Pero al final sí que ha sido distinto, si –prosiguió mientras bajaba avergonzada la voz.
-          Pero… ¿has llegado a cazar algo? –sentenció Dulce.
-          Pues…
Y vació el saco, lleno de bayas y setas, ante sus compañeros. Ella estaba “bastante” segura de que ninguna era venenosa pero, tras pasar una hora discutiendo cuales serían comestibles, guardaron las bayas y acabaron cenando cecina seca otra vez.
Extendieron las lonas y los sacos en el suelo. Unojo se apostó junto a los rescoldos de la fogata para hacer la guardia y Bella se fue a dormir bastante molesta porque no hubieran confiado en su habilidad. Antes de que le entrase el sueño pudo escuchar los profundos ronquidos de Unojo “haciendo la guardia”.
-          ¡Joder! –Juró entre dientes, segura de que la clérigo no podía oírla-, en serio, no me merezco estos inútiles de compañeros-
Pero sí, merecía eso e incluso cosas peores.



Hacía tres días, Dulce y Belladona habían llegado a la pequeña aldea de Underhill, en los límites del reino. A Dulce le gustaba viajar por estos pueblos para poder “proclamar la palabra de Zomelster”: discursos apocalípticos sobre las enfermedades de la moral, amenazas poco veladas contra creyentes de cualquier otro Dios y borracheras culpables en las que –y esto es lo que más le gustaba a Bella- ella pagaba toda la cerveza.
Normalmente Bella le dejaba campas a sus anchas, así se sentía menos culpable cuando Dulce la sacaba de los follones en los que se metía, pero esta vez le hizo prometer que se moderaría por una excelente razón: La Fiesta de la Cosecha.
Y es que, cuando acababa el verano en las aldeas de Greenhills, se celebraban grandes fastos, con hogueras, comida gratis y alcohol barato. Así conseguían siempre que los temporeros se dejasen gran parte de los sueldos que les habían pagado por la cosecha.
Dulce se comportó muy bien, pues podía ser un poco “radical” en sus ideas, pero tenía saber estar. Paradójicamente, hubo muchos jóvenes y temporeros que se acercaron a ella en el calor de la fiesta para oírle hablar de Zomelster. La clérigo lo interpretó como una recompensa de su Dios, aunque Bella se lo achacaba al alcohol que fluía constantemente y al generoso escote de la blusa que le había dejado.
Bella decidió no acaparar a su amiga esa noche y vagabundeó entre las tiendas improvisadas, picoteando aquí y allá hasta que vio a la joven. La chica estaba parada, declinando torpemente las invitaciones obscenas de un par de borrachos. Aprovechó para examinarla de arriba abajo.
Botas rojas de caña alta, con calentadores purpura y una media de cada color. Un faldellín rosa plisado (¿sería de cuero?¿piel?¿charol?), con un corsé que conseguía sacar turgencias de su pecho casi infantil. Lo coronaba todo con un sobredimensionado sombrero de colores que más bien pareciera un monstruo hambriento que hubiese empezado a devorarla por la cabeza. El cerebro de Bella, afilado por años de experiencia en desventuras, le dio un mensaje rotundo: era la víctima perfecta.
Se acercó a la chica con falsa bravuconería –sin perder de vista a Dulce en ningún momento por si tenían que acabar a tortas- y espantó a los borrachos con los juramentos que Dulce nunca le dejaba soltar en público. En dos segundos se había ganado la amistad de la sonrojada joven y en cinco minutos le había sacado cena y un par de rondas de cerveza. Diez jarras más tarde la chica estaba borracha como una cuba.
-          ¡Me llamo Lucy –dijo por enésima vez la joven, sacudiendo la jarra en alto- y soy del Gremio de Aventureros de Fairscut!
-          Ya, ya, ya –la detuvo Bella, bajándole el brazo mientras pedía perdón con la mirada a un par de campesinos empapados en cerveza.
-          ¡Y tu eressh la mejor jodida amiga que he encontrado entre los paletos deshhte pueblo! ¡Dame un abrazo!
-          Bueno, si, va, eah –interrumpió mientras se zafaba a la borracha de encima-, tú… tú no pruebas mucho el alcohol ¿verdad?
-          Bueno, en el gremio apenassh nossh dejan. Solo un poquito –hizo un gesto extraño con los dedos y a punto estuvo de perder el equilibrio si Bella no le hubiese sujetado- ¿vesshh? ¡Y por esto deberías ayudarme!¡Somossh como una familiaa!
-          No, si te ayudaré, claro –dijo Bella algo arrepentida de como se le había ido todo de las manos-, al menos a llegar a la cama o algo.
-          Nooooo –Lucy la apartó molesta-, no en irme a la cama, joder. ¡de aventuras!¡Para conssheguir la plata de estos montes!
La mera mención de plata sacudió en un instante todo el alcohol de Bella, que encontró fuerzas renovadas para llevarla a rastras hasta una mesa alejada, ahuyentar a curiosos, sentarla, y empezar a tirarle de la lengua.
Así fue como, del parloteo inconexo que iba soltando Lucy mientras se dormía en brazos de la embriaguez, consiguió averiguar que en la garganta vieja –a solo dos días de allí- se encontraba la antigua “Caverna de las 1000 almaggñfsh” (balbuceo que Bella tradujo como “almas”). Dentro de esta, descansaban sin dueño tesoros incalculables que nadie había conseguido por culpa de las terribles trampas.
Trampas espantosas y asesinas de las que –casualidades de la vida- el gremio había conseguido unos legajos donde se indicaba como sortearlas, y hasta allí habían enviado a Lucy. Seguramente habría más cosas interesantes, pero Lucy calló dormida y Bella no pudo hacer nada por despertarla.
Por curiosidad, tanteó la bolsa de la chica dormida y encontró tanto el pergamino sellado por “Fairscut” como unas cuantas monedas (propiedades que ella decidió custodiar hasta que Lucy despertara).
Y así la joven ladrona se encontró con el único pergamino para sortear las mortales trampas de una peligrosa mazmorra plagada de tesoros; y la única persona que también lo querría usar iba a tener una de las peores resacas de la historia. Solo restaba convencer a Dulce.
Belladona ya había viajado con la clérigo de Zomelster durante meses y había aprendido muy bien cómo tratarla. Por mucho que la acusasen de extrema, bajo el sayal y la maza se escondía un corazoncito tierno que valoraba la sinceridad por encima de todo.
-          Me he enterado que, en estos valles –le abordó al día siguiente- se esconde una madriguera de miserables criaturas que envenenan las aguas y se burlan de las enseñanzas de los dioses.
-          ¿Se burlan de Zomelster? –respondió Dulce, a punto de atragantarse con la malta.
-          ¡Sí! ¡De ese sobre todo!
-          Dios santo, esto no puede quedar así… ¿no te habrán dicho también donde se encuentra?
-          ¡Si hasta tengo un mapa! –respondió la ladrona, sacando el pergamino. Había tenido la precaución de arrancar antes el sello del gremio de Fairscut.
-          Dios mío. ¡Esto es perfecto! –Dulce sonrió plena de emoción mientras le apoyaba la mano en el hombro a Bella-, que sepáis que sois la mejor amiga que alguien como yo pueda tener. Sabía que se equivocaban aquellos hombres que me hablaron anoche tan mal de vos.
-          Que... de mi… ¿Quién dijo qué?
-          Eso ahora no importa, mi buena acólita –Dulce aún pensaba que la ladrona acabaría convirtiéndose-, por muy ratera o mucho meretriz que os consideren, sois una persona de confianza.
-          Que me llamaron…
-          Y ahora –prosiguió dulce sin prestar atención-, marcharé a buscar valientes que nos acompañen en nuestra gesta.
Y así, Bella quedó en la posada preparando los petates mientras Dulce iba a dar una de sus “Arengas-a-la-hora-de-comer” a los temporeros, por si querían unirse. Por ahora eso solo había funcionado una vez, pero no contaba porque el individuo era sordo y pensaba que lo estaban invitando a comer.
Al caer la tarde Bella esperaba en el banco junto a la posada, apoyando los pies sobre las mochilas, cuando vio acercarse a Dulce radiante de alegría con un individuo a cada lado.
El de su izquierda, que más tarde se presentó como Unojo, parecía que había robado las ropas y el pelo a un espantapájaros: su atuendo estaba raído y sucio y su cabello pajizo y ralo. Además, por cómo le miraba el culo a Dulce mientras se acercaban, ya suponía que acabaría dándole problemas.
El otro chaval no prometía mucho más. Parecía ser imberbe –tanto de cara como de ingles-, y debía pensar que aparentaba ser todo un profesional vistiendo su cota de cuero, pequeña y mal cortada, en mitad de la aldea por nada en particular. Además, sonreía demasiado como para entender de verdad a donde se querían dirigir.
Este fue, precisamente, el que corrió a presentarse como Pelín, ofreciéndole a Bella una mano blanda y una reverencia demasiado ensayada. No sabía si era por la impresión que le causaban, o por el incómodo hecho de que se habían apuntado gracias a una arenga de Dulce, pero todos los sentidos de la ladrona le decían que corriera muy lejos de este grupo y sin mirar atrás.
Aun así, el dinero es el dinero, y ya se había gastado todas las monedas que le “custodiaba” a Lucy, así que devolvió el saludo con una sonrisa impostada y se encomendó mentalmente a todos los dioses que conocía.
Dos días más tarde, mientras Dulce meditaba y ella desmontaba el campamento para partir a la Cueva de las 1000 "almas", pudo ver como Unojo se dedicaba a hablar con las ramas de los árboles y Pelín intentaba calarse los restos calcinados de una cota de cuero.


Y se dio cuenta de que, al quedarse, había cometido un grave error.

2/27/2016

Apocalypse World. Capitulo IV




Capitulo IV
El asalto a "La teta"

   En el interior del casino ahora solo se oye la sugerente música del numero de las "Shinning Stars". Tras la explosión que ha sacudido los cimientos del edificio, la mayoría de sus ocupantes miran enmudecidos hacia las ventanas que dan a la parte delantera del local. Marte es de los pocos que siguen observando a las bailarinas eróticas, que, ajenas a lo que ocurre más allá de los focos, prosiguen con su numero. Detiene la mano con el chupito de tequila a escasos centímetros de su boca y murmura, casi para si. -¡Vaya! Creía que teníamos más tiempo...

-¿A qué te refieres? .-Pregunta Blues,bastante confundida por las circunstancias, el tequila y la manipulación mental de Marte.

-Al ataque de los hombres de un tal Toyota, con el que nuestra querida Silver a traicionado a Larry, por supuesto. - Contesta el peculiar hombrecillo antes de engullir el fuerte licor de un trago.

-¿Cómo sabes eso? -Inquiere Blues, recuperando la sobriedad a marchas forzadas conforme comienza a comprender la situación.

-A eso me dedico, señorita Blues, a saber cosas. -Dice Marte, aún sin apartar la mirada del escenario. Por fin comienza a oírse el murmullo alarmado del resto de parroquianos por encima de la música. Varios miembros de la banda de moteros se ha apelotonado en torno a las ventanas, intentando averiguar la procedencia de la detonación.

-Ahá ¿Y por qué no has dicho nada antes? -No necesita leer a Blues para saber que está molesta con él. Su tono agresivo y el ceño fruncido son pistas suficientes para cualquiera con dos dedos de frente. Por el rabillo del ojo, observa como uno de los motoristas de la ventana se dirige hacia ellos.

-Bueno... Por varios motivos, en realidad. -Comienza a enumerar Marte, contando con los dedos de la mano. -Uno: Estaba pasando una agradable velada con una mujer hermosa. -Nota que Blues se sonroja y sonríe para sí mientras continua su listado. -Dos: Habría sido una tremenda descortesía hacia las dos señoritas que están ofreciéndonos este delicioso espectáculo. -Hace un gesto hacia las "Shinning Stars", quienes , a juzgar por la indumentaria que les queda, deben estar acabando su numero de strepteasse. -Y tres: No tenia ni idea de que sería esta misma noche, por lo que no lo consideré mi problema. -Finaliza, encogiéndose de hombros al tiempo que el matón de Blues llega junto a ellos.

-¡Vaya! Estás hecho todo un filántropo. -Responde Blues con una carga mortal de sarcasmo en la voz antes de volverse hacia el recién llegado. -¿Que pasa, Bocachancla?

-Jefa, los chicos están preocupados por la "extorsión" de antes y querrían saber si tiene algo planeado, aparte de pasarse la noche de copas con este pisaverde. -Señala despectivamente a Marte.

-Disculpe, caballero, pero no acabo de entender su dialecto. -Interrumpe el psíquico.

-Eso es porque no eres tan "estucado" como yo. -Explica Bocachancla con expresión de superioridad.

-No me cabe duda, señor Bocachancla. -Viendo la capacidad expresiva de su subalterno, Marte comienza a comprender como es posible que Blues sea la jefa de la banda. -En cualquier caso, sugiero que se preparen para un asalto frontal por parte de un grupo armado bastante superior en numero a su alegre pandilla. -Mientras habla, no aparta su mirada de Blues, preguntándose si la habrá juzgado correctamente o si le aguarda una, (probablemente mortal) paliza a manos de su banda de moteros.

Blues frunce el ceño durante unos segundos que se le hacen muy largos. -De acuerdo. -Dice finalmente. Marte contiene un suspiro de alivio -Dile a los chicos que se preparen para defender el local. Montad barricadas y apostaos en las ventanas. Yo me encargaré de que el resto de peña del bar no moleste. -Y, sin esperar contestación, se levanta del taburete y se dirige hacia el escenario.

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   La líder de los "Sons of Davidson" irrumpe en mitad del espectáculo de las chicas de Larry como una bola de bolos lanzada con mano experta, causando una serie de piropos subidos de tono por parte de los escasos clientes que siguen atentos a las bailarinas, que creen que viene a unirse al show. Las "Shinning Stars" dejan de bailar y se quedan inmoviles, sin saber muy bien que hacer, mirándola con ojos de carnero degollado. Sin perder tiempo, Blues se lanza a dar un discurso improvisado a los pobres imbéciles que se han visto atrapados en la inminente refriega. Sabe que hablar a las masas no es lo suyo, pero parece que nadie más está por la labor, así que, como de costumbre, a ella le toca coger al puto toro por los cuernos. Además, está segura de que sabe que cuerdas tocar para que la gente le haga caso y comiencen una ordenada retirada por la puerta trasera. No obstante, no contaba con la estupidez de los espectadores habituales del local, que hacen caso omiso de sus palabras y le insisten a grito pelado en que "se lo quite todo". Ante semejante fracaso, Blues decide que lo mejor es cambiar radicalmente de estrategia. Desenfunda su revolver y pega cuatro tiros al techo.

-¡Que os pireis todos por la puta puerta trasera, subnormales! -Grita en mitad del silencio que han provocado los disparos en la sala.

La multitud comienza a huir enloquecida hacia la puerta principal sin orden ni concierto, aplastando a los mas lentos en su ansia por salir al exterior, donde les aguardan los hombres de Toyota  con sus ametralladoras pesadas.

-Putos gilipollas. -Murmura Blues mientras piensa que al menos hoy ha descubierto algo nuevo sobre si misma: No es que hablar a las masas no sea lo suyo, no. Es que es se le da de puta pena.

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   En el exterior, Phoenix, oculto en el interior de su Coupé, intenta decidir qué hacer para no morir en mitad del tiroteo. Por el lado bueno, gracias al Sinrostro y la orgía de sangre y destrucción que ha organizado, nadie se ha fijado todavía en él. Por el lado malo, no ve cómo cojones va a poder llegar a su otro vehículo. El que tiene las armas y el blindaje. Además, debido a la explosión, el resto de hijos de puta que aguardaban en la parte trasera del bar, han decidido que casi mejor se sumaban a la fiesta.
Por un momento se plantea si no seria mejor arrancar el coche y salir de ese lugar perdido de la mano de Dios para no volver jamas. Al fin y al cabo, ese es su rollo. No echar raíces en ningún lugar. Vivir en la carretera. Follar con una chica distinta en un poblacho distinto cada noche. Eso es vida para él. Ni siquiera entiende por qué coño no ha reparado en ello las ultimas semanas trabajando como transportista de Larry. Vale, el tío se portó con él. Podría decirse que prácticamente le salvó la vida al amañar esa partida para que Phoenix pudiera pagar a los prestamistas que le estaban buscando las cosquillas. Pero, ¿No ha saldado ya esa deuda con creces? ¡Joder!. ¡Varias! ¡Putas! ¡Semanas!.
El golpetazo de una cabeza seccionada (seguramente por cierta motosierra) contra el costado del Coupé interrumpe sus pensamientos. Joder, la que está liando Douglas ahí fuera... ¿Ese tío es humano? Tímidamente, Phoenix asoma la cabeza por encima del capó y contempla el dantesco escenario: A apenas diez o doce metros de su escondite, una docena de matones fuertemente armados disparan contra la fachada de "La teta", la mayoría a pie, dos desde los vehículos con ametralladoras pesadas acopladas. Aunque parece que se han encontrado con algo de oposición por parte de la banda de Blues (dicho así a Phoenix le viene a la cabeza la imagen de un grupo de cuatro o cinco "morenos" vestidos de traje sacando metralletas de las fundas de sus instrumentos). Afortunadamente sus disparos se centran en las ventanas, dejando a su "bebé"  ileso de momento. Bastante más lejos, el resto de hombres de Toyota (Phoenix los ha reconocido de sus viajes a la ciudad) intentan detener a Douglas sin éxito. El Sinrostro ha decapitado ya a cuatro de ellos sin aparente esfuerzo. Es acojonante como avanza de presa en presa a su habitual paso tranquilo blandiendo la motosierra como quien agita un periódico enrollado para ahuyentar moscas. Lo que Phoenix no entiende es por qué no huyen cuando le ven llegar hasta ellos. Se quedan parados en el sitio, descargando sus armas sobre el portero de "La teta" aun cuando ya ha quedado claro que son completamente inútiles contra él.

-Ostia puta. -Murmura Phoenix, ya de pie, aturdido por la crudeza de la batalla. Cuando finalmente vuelve en sí se da cuenta de dos cosas: Uno, que no sabe cuanto tiempo lleva ofreciendo un blanco claro y (seamos sinceros) no precisamente pequeño,  a los atacantes. Y dos, que pese a ello nadie se ha fijado en él. Se le ocurre que quizás, si es lo suficientemente audaz y si tiene mucha suerte, pueda llegar de una carrera a su "bebé" antes de que esos bastardos se den cuenta de lo que pasa.
Evitando pensar demasiado en lo que está haciendo para no achantarse, se echa hacia atrás la visera de la gorra, cuenta mentalmente hasta tres y emprende la carrera de su vida hacia la furgoneta aparcada a veinte metros escasos. Casi ha llegado a ella cuando la arena a sus pies comienza a explotar por las ráfagas de armas automáticas...

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   El rítmico golpeteo sincopado despierta a Larry de su ensimismamiento. Se levanta furioso de su cama y se toma un minuto para calmarse antes de ir a abrir la puerta a Red (Tras tantos años reconoce su forma de llamar como si de su firma se tratase). Debe tratarse de algo importante o su tímido subordinado no se atrevería a interrumpir así su retiro espiritual. Todos los miembros del staff de "La teta" saben que el jefe necesita esos breves periodos de paz para conservar su estabilidad mental y su aplomo.

-¿Qué sucede, Red? -Pregunta, entreabriendo la puerta tan solo unos centímetros, receloso de su espacio privado. Pero no tiene que esperar a que el manojo de nervios pelirrojo que es su mejor camarero conteste para hacerse una idea aproximada cuando, finalmente, el resquicio de la puerta deja entrar el ruido a la habitación insonorizada.

-¡Son los hombres de Toyota, jefe! ¡Están atacando el local! -Larry piensa que tiene que hacer algo para que Red aprenda a disfrutar un poco de la vida antes de que muera de un infarto. Aunque bien mirado, igual este no sea el mejor momento.

-Muy bien. Bajemos a atender el pedido de los caballeros, entonces. -Dice mientras coge algo apoyado en un estante al lado de la puerta.

-¿Nos están acribillando y usted pretende servirles bebidas? -Pregunta Red, confundido.

-Pretendo servirles algo más duro. -Sentencia Larry, amartillando su revolver mientras comienza a bajar las escaleras de incendios del exterior del local. Su tono hace que un escalofrío recorra la espalda de Red. -Cortesía de la casa.

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Marte se considera a sí mismo un experto en la psique humana. No en vano la ha estudiado a conciencia desde que descubrió sus dones. A lo largo de su vida ha visto lo peor de su propia especie, lo que nadie quiere mostrar al resto del mundo, la podredumbre inherente a las mentes de los seres, teóricamente inteligentes, que provocaron la destrucción del mundo. Sin embargo, hay días que la gente aún consigue sorprenderle. Observa boquiabierto como los, hasta hace poco tranquilos, clientes de Larry, salen corriendo al aparcamiento de la parte delantera del bar, donde son acribillados por los hombres de Toyota como si de patos de feria se tratase.

-Coge esto. -Le dice Bocachancla, ofreciéndole la recortada que guardaba Larry bajo la barra. -Te hará falta si entran esos "capones".

-Muy amable, señor Bocachancla, pero no, gracias. No me gustan las armas de fuego. -Declina cortésmente Marte. El resto de la banda de Blues ya está ocupada devolviendo el fuego. Saben que están en evidente inferioridad numérica, pero parecen estar pasándoselo en grande.

-Tú mismo, tío. Es tu funeral. -El motero se encoge de hombros y amartilla el arma, volviéndose hacia la ventana cubierta de tablones para sumarse a la fiesta.

Marte se encamina sigilosamente hacia el inmenso hombre de color que viste una chupa de piel humana con el tatuaje "White power" en la espalda. Hace rato que se ha fijado en él, y le parece el instrumento más adecuado para la situación actual. Sin que se percate de su presencia, se sitúa a su espalda y posa su mano enguantada en el fuerte cuello de ébano mientras cierra los ojos y se concentra en una orden sencilla (hace tiempo que descubrió que, cuanto más simple sea la orden implantada, más difícil le es a la victima resistirse).

-Protégeme. -Susurra. En realidad no es necesario vocalizar la orden, pero le ayuda a proyectarla con más fuerza. White Power pone los ojos en blanco mientras su mente intenta resistirse a la violación psíquica, pero sus posibilidades son escasas. Los poderes de Marte ya son impresionantes de por sí. Sumándoles el toque del guante azul cuya tecnología se perdió para siempre con el cataclismo o los fármacos potenciadores que guarda como oro en paño... Bueno, Marte sabe que sigue siendo posible resistirse a sus ordenes, pero no sin sufrir una embolia en el proceso. Cuando el gigante negro recupera la consciencia apenas se nota el sutil cambio en su postura para cubrir por completo a Marte con su propio cuerpo.

-Creo que van a intentar entrar. -Dice Blues a su lado, mientras recarga el arma. Acaba de llegar del escenario en el que ha provocado la avalancha y con un único vistazo rápido a través de la ventana ya se ha hecho una idea bastante exacta de la situación. Marte se asoma por debajo del brazo de su esclavo mental para comprobar que la motorista ha calado la situación con éxito. Un grupo de ocho o nueve hombres se ha ido acercando poco a poco a la entrada del asediado bar, aprovechando varios coches a modo de parapeto para evitar los disparos de los moteros. La táctica es un completo éxito para  los seis hombres que llegan a la puerta de "La Teta"  y la echan abajo. Para los compañeros que se han quedado esparciendo sus sesos por el suelo del aparcamiento, no tanto.

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   Blues comienza a pensar que puede que salgan con vida de esta. Al fin y al cabo en peores se han visto. Seis tipos, por muy bien armados que estén, no les pueden dar demasiados problemas. La recién adquirida confianza en su suerte le dura exactamente cuatro segundos. Los cuatro segundos que tardan el resto de hombres de Toyota en entrar por la puerta trasera rifles en mano.

-¡Me cago en la puta! -Grita mientras se tira detrás de una maciza mesa de billar, evitando los disparos por un margen demasiado escaso como para sentirse cómoda. La mayoría de sus hombres interpretan el juramento como una orden explicita de devolver el fuego, y se desencadena el infierno en el casino.
Solo dos figuras permanecen en pie en mitad del caos del tiroteo. Uno es el hombrecillo de negro. No le sorprende demasiado verlo caminar tranquilamente hacia la barra. Está claro que tiene que ser alguien peligroso para haber sobrevivido en este mundo, aunque se ha preocupado mucho por aparentar lo contrario. El otro es White Power. Esto ya le resulta mucho más extraño. Le conoce bien, como a la mayoría de integrantes de su banda, y sabe que es un combatiente capaz y astuto, y que en estas circunstancias ya debería haber encontrado un buen parapeto desde el que devolver el fuego. Sin embargo ahí esta. caminando delante de Marte Jones, sin que parezca importarle una mierda su propia integridad física. De momento ha tenido suerte y apenas ha recibido un par de heridas superficiales, pero Blues sabe que solo es cuestión de tiempo que un disparo afortunado acabe con él.

-¡White! ¡Ayúdame! -Pide al otro hombre negro de su banda (los integrantes de la misma son bastante peculiares a la hora de poner motes). White, su lugarteniente de confianza, entiende lo que pretende hacer en cuanto la ve coger la mesa por una de las patas y, rápidamente, hace lo mismo con la del extremo opuesto. Entre los dos la levantan a pulso y avanzan usándola a modo de escudo hacia los enemigos parapetados tras la barra del bar. Blues grita a varios de sus  camaradas que los sigan mientras el resto se quedan reduciendo a los matones que han entrado por la puerta principal, que no son rivales en el combate cuerpo a cuerpo para unos camorristas tan entusiastas como ellos.

Ahora! -A su orden, cuatro motoristas enfundados en cuero, White y ella misma saltan por encima de la barra y la emprenden  a golpes y machetazos con los sorprendidos hombres de Toyota, que apenas aciertan a oponer resistencia. Todo acaba en pocos segundos con la apresurada retirada de los pocos asaltantes que continúan respirando. De refilón, ve como White Power, aún de pie y ejerciendo de escudo humano de Marte, dispara mecánicamente por la espalda a los hombres de Toyota que huyen hacia sus coches. Mientras tanto, Marte Jones parece estar disfrutando de una copa (Blues apostaría su moto a que se trata de un Martini) mientras mira fijamente al único matón vivo que queda en "La teta", quién permanece completamente inmóvil con las manos en alto.

-Bien. Parece que tenemos un rehén al que interrogar. -Dice acercándose al tembloroso desgraciado que Marte (sabe que ha sido él) ha capturado quién sabe como. Los miembros de su banda que no están ocupados examinando cuantos de sus compañeros caídos siguen vivos, los rodean para comprobar en primera fila que su jefa sigue siendo la zorra más chunga a este lado de la brecha (o para buscar cualquier signo incipiente de debilidad). Y entonces se hace de día. O al menos eso es lo primero que piensa Blues cuando una luz como la del mediodía en el desierto entra de repente por la ventana. Solo cuando, momentos más tarde, llega el ruido de la explosión, se da cuenta de su error. No tiene ni puta idea de qué cojones ha pasado ahí fuera, pero esta segunda explosión deja a la de unos minutos antes a la altura de un misero petardo.

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   La buena noticia para Larry es que Red y él tienen una cobertura bastante decente detrás del montón de chatarra que apenas unos minutos antes había sido un vehículo completamente funcional. La mala es que la herida del hombro de Larry necesita tratamiento urgente. La peor es que una camioneta de los bastardos que están intentando destruir el trabajo de toda su vida se dirige marcha atrás directamente hacia ellos con intenciones claramente hostiles.

-¿Es un lanza-misiles eso que llevan en la parte trasera? -Pregunta Red con un hilo de voz. Larry no se molesta en asomarse para comprobarlo. Ya se ha percatado de ese detalle antes, y está convencido de que si no lo han usado aún es únicamente porque quieren conservar "la teta" en las mejores condiciones posibles para cuando la posean. Al fin y al cabo, tiene fama de ser el mejor local de alterne en muchos kilómetros a la redonda. Aunque visto el cariz que está tomando la batalla, está casi convencido de que eventualmente lo considerarán una opción viable.

La camioneta se encuentra ya a escasos metros de su refugio y Larry se plantea salir al descubierto para evitar la embestida, aunque sabe bien que sería salir de la sartén para caer en las brasas, cuando el monstruo de varias toneladas blindado de Phoenix (al que él llama "bebé", Larry prefiere no entrar en detalles sobre las filias de su transportista) la intercepta ejecutando un derrape casi suicida. El choque entre ambos vehículos le hace vibrar los huesos, pero por lo que puede apreciar desde su parapeto, la camioneta de Toyota se ha llevado la peor parte. Algo que debe pensar también su conductor que, dándolo ya todo por perdido, escapa a la carrera en pos de las otras dos únicas furgonetas que les quedan a sus frustrados asaltantes.

-¿Estais bien? -Pregunta Phoenix, asomando la cabeza por la ventanilla, pero Larry no contesta. En su lugar, señala hacia el camino de grava por donde están huyendo los motorizados hombres de Toyota, y hacia el hombre del kimono de vivos colores que los persigue a la carrera blandiendo la motosierra. Los tres se quedan lívidos mientras contemplan con una mezcla de asombro y terror como el Sinrostro da un prodigioso salto directamente hacia la parte trasera de la rezagada camioneta y cae como la ira de Dios sobre el lanzamisiles (y el hombre que lo apunta hacia "La teta") con la motosierra por delante. La ulterior detonación los deja ciegos como murciélagos durante varios minutos. Pese a ello, en medio del completo silencio y de la absoluta oscuridad que les envuelve, todos se sienten treméndamente afortunados de seguir con vida. Y, sobre todo, de que Douglas sea su aliado.




Bueno, pues este es el penúltimo capitulo antes de acabar con lo que fue la primera sesión de juego de Apocalypse World (Y hoy toca la tercera, así que llevo bastante retraso, pero es que se me esta extendiendo demasiado esto... me parece que como relato corto ya no va a colar...). Comprobareis que este capitulo es bastante más largo que los anteriores, pero es que ya era donde tocaba meter a todos los jugadores haciendo cosicas a la vez, y claro... Al final he pasado de meter un fragmento desde el punto de vista de Douglas, más que nada porque me parecía más divertido ver la que estaba liando desde fuera... Pero como siempre, cualquier critica que tengáis será bien recibida ^^.

2/24/2016

Apocalypse World. Capitulo III




Capitulo III
Douglas


La puerta de entrada de "La teta enroscada" arde con el calor acumulado de todo un día expuesta al sol del desierto. El Sinrostro siente el escozor de la incipiente quemadura en su espalda incluso a través del kimono. Aun y así, permanece inmóvil. Le gusta el dolor: Le recuerda que está vivo. Además, el olor a oxido y vomito viejo que exuda la chapa le reconforta. Es bueno tener un sitio en el mundo. Y él ha encontrado su sitio trabajando de portero en "La teta". El turno de guardia del Sinrostro comienza cuando el sol empieza a bajar y acaba cuando sale el ultimo cliente del bar. A veces ya ha vuelto a salir el sol. Al Sinrostro no le importa. No siente cansancio. No como el resto de la gente. Y le gusta su trabajo. Su trabajo es evitar que Larry tenga problemas. y si Larry tiene problemas, hacer que quien esté ocasionando problemas desaparezca. Pero desde que el Sinrostro trabaja para Larry casi no ha habido problemas. La gente tiende a permanecer tranquila cuando el está cerca. El Sinrostro no sabe por qué, pero ha sido así desde que encontró su cara en aquel bunker polvoriento hace años. (Son los ojos, paradójicamente lo único que la gente puede ver detrás de su cara. Sus ojos lechoso transmiten serenidad a quienes los miran. Incluso cuando está aplastando la cabeza de algún alborotador con sus manos desnudas. Incluso al propio alborotador). Esos mismos ojos velados se hayan ahora concentrados en la puesta de sol y en la peculiar silueta que ha ido creciendo en el transcurso de la ultima hora hasta alcanzar casi el tamaño de un hombre adulto. El Sinrostro acaricia con parsimonia el asa de su motosierra, que lleva siempre colgada al hombro. Se pregunta si el forastero causará problemas. Le gustan los problemas.

- Buenas noches, Doug. -Saluda el recién llegado tocando levemente el ala de su sombrero cuando finalmente llega frente a el. La brisa fresca del atardecer le lleva un leve olor a lavanda y almendra amarga.

-Buenas noches. -Contesta, sin preguntarse como el extraño conoce su nombre. Su trabajo no consiste en saber cosas. Además, le gusta el hombrecito. Es gracioso y educado... y huele bien.

-¿Serias tan amable de permitirme pasar al interior de este elegante establecimiento que vigilas?

-Un trueque o santo y seña. -Señala el Sinrostro. Le caigan bien o no, los clientes deben pagar.

-Santo y seña será entonces -Dice el forastero, mientras posa amistósamente la mano derecha en su hombro. -"La abuela ha muerto". - Añade. Los ojos del Sinrostro se agrandan un instante por la sorpresa. Sabe que este hombre no viene de la ciudad, y la contraseña se cambia cada noche, así que no tiene ni puta idea de como puede saberla. Pero lo importante es que la sabe, así que le abre la puerta y con un gesto de la mano le invita a pasar.

-Muchas gracias. -Alcanza a oírle decir mientras es engullido por la oscuridad del interior.

-De nada. -Contesta a nadie en particular. Espera que si hay problemas, no sea dentro del local. Odia cuando tiene que entrar. Demasiada gente. Demasiado ruido. Demasiados olores mezclados. Le hace sentir confuso.

Ya es noche cerrada cuando llega el siguiente visitante. A este si que lo conoce. Phoenix es el transportista habitual de Larry, y el Sinrostro esperaba su llegada bastante antes. El conductor aparca la furgoneta blindada al lado de la puerta, y se apea frente a él. Como de costumbre, apesta a sudor y gasolina.

-Ey, Douglas! ¿Que tal va la noche? -Pregunta mientras cierra la furgoneta de un fuerte portazo.

-Tranquila. -Contesta el Sinrostro. Se plantea preguntarle por que se ha retrasado tanto, pero sabe que Phoenix se lo contará, tanto si quiere saberlo como si no, así que vuelve a cerrar la boca tras su cara.
Efectivamente: Mientras comienza a descargar los barriles de cerveza, Phoenix le aturulla con una aburrida historia sobre fallos mecánicos, una larga caminata y los problemas que tiene hoy en día un hombre honrado para conseguir algo de combustible. Decide ayudarle a descargar los enormes barriles, principalmente para abreviar la perorata en lo posible. Mientras está descargando los dos primeros (Uno a cada hombro) sale un alterado Red por la puerta.

-¡Douglas! ¡Entra, rápido! ¡Mike  ha pegado al jefe y creo que la banda de Blues va a darle una paliza!. -El Sinrostro asiente y deja los barriles tranquilamente en el suelo. Huele el miedo de Red al pasar a su lado, pero eso tampoco le preocupa. Nunca ha encontrado un problema que no pueda solucionar con extrema violencia. Lo que si le produce cierta desazón  es tener que entrar al local, pero es lo que hay.- ¡Le han seguido a su habitación! ¡Deben estar ya arriba, date prisa, por lo que más quieras! -El Sinrostro aprieta los dientes bajo su cara y abre el pesado portón para adentrarse en el miasma de gente.

Aún sin acelerar el paso, atraviesa el espacio atestado de gente en poco tiempo. No encuentra obstáculos en su camino hacia la escalera que da al segundo piso, los parroquianos habituales han aprendido bien la lección y se apartan rápidamente. Mientras sube los escalones comienza a oír el ruido de metal golpeando carne blanda por encima de la suntuosa melodía que usan las Shinning stars en su numero. Pasa por delante de la habitación de Larry y se plantea si entrar para comprobar que esté bien, pero sabe cuanto aprecia el Maestro D su espacio privado, y eso es algo que él respeta, así que continua hacia la habitación de Mike, de donde procede el ruido. Abre la puerta con delicadeza y se encuentra de cara con dos de los sicarios de Blues pateando el cuerpo inerte de Mike. Uno de los moteros, el que está de cara a la puerta, le ve y trastabillea.

-¡Eh, tío! ¡Estábamos dándole una lección al capullo este! .-Dice atropelladamente. Por algún motivo que al Sinrostro se le escapa, parece nervioso. -¿Sabes que ha atacado a tu jefe, no?

El Sinrostro asiente. Mientras el otro motero se gira hacia el y se aparta de inmediato, da dos pasos dentro de la habitación y se arrodilla al lado de Mike. Posa su mano en el cuello del malogrado ilusionista que apesta a whiskey barato y a soledad y al no notar pulso, vuelve la cabeza hacia motero numero uno:

-¿Esta muerto? -Es más una acusación que una pregunta.

-Joder, puede ser. -Dice motero numero uno sudando profusamente. - Quizás nos hemos pasado, ¿Eh, White? -Pregunta a motero numero dos.

-Quizás, pero el tío se lo ha ganado a pulso. -Contesta motero numero dos, el que despide un olor más fuerte a cuero y pólvora. El Sinrostro se encoge de hombros y vuelve a erguirse. Según su punto de vista, el problema ya está resuelto. Mike a pegado al jefe. Motero numero uno y motero numero dos han matado a Mike. Solo resta deshacerse del cadáver.

-Eh, grandullón, ¿Te echo un cable? .-Pregunta motero numero dos al ver al Sinrostro coger el cadáver de Mike por las piernas. El Sinrostro asiente y entre los dos lo levantan en volandas. El Sinrostro hace un gesto a motero numero dos con la cabeza, señalándole la ventana al otro lado de la habitación y motero numero dos capta enseguida lo que pretende el Sinrostro. Hasta después de haber arrojado el cuerpo a la calle no se le ocurre que podrían haber abierto antes la ventana.

Ya casi ha llegado de vuelta a su puesto en las puertas de "La teta"  cuando Silver choca con él. La chica ni siquiera se da cuenta de quien es. Sin tan siquiera mirarle se disculpa precipitadamente y sale corriendo. El Sinrostro se queda parado unos segundos. Hay algo raro hoy en el olor de Silver. No deja de oler a fresas, pero hoy las fresas le huelen podridas. Sin pensárselo dos veces (El Sinrostro está acostumbrado a moverse por impulsos) da la vuelta sobre sus pasos y sigue a la llamativa melena dorada de Silver hacia la salida trasera.
Al salir al exterior ve a Silver reunirse con varios hombres delante de unos seis o siete vehículos militares bastante imponentes con los faros encendidos y el motor a ralenti. Esto le huele mal al Sinrostro. Le huele muy mal. No sabe que está pasando, pero sabe que es su trabajo arreglarlo, así que se dirige directamente hacia ellos a su habitual paso tranquilo.
Uno de los hombres lo ve y grita algo que el Sinrostro no entiende a otro hombre que esta subido en uno de los vehículos militares. uno de los que tienen metralletas grandes. El Sinrostro comprende repentinamente lo que va a pasar y acelera el paso, pero es demasiado tarde. El hombre de la furgoneta dispara la ametralladora pesada y esta le impacta directamente en el pecho. El Sinrostro cae al suelo de espaldas sin emitir ningún sonido y se queda tumbado tratando de recuperar el aliento. Escucha a los hombres hablar con Silver a lo lejos y piensa que ha tenido mucha suerte. Parece que ninguno de los atacantes sabe lo de la armadura de kevlar que lleva debajo del kimono (Con todo, el impacto directo en el pecho de una bala de semejante calibre seguramente habría matado a cualquiera que no fuera el Sinrostro). Decide que quedarse ahí haciéndose el muerto y escuchando sus planes es muy astuto. Le gente no espera que él sea astuto. La gente cree que es tonto. Pero al final la gente siempre acaba dándose cuenta de su error. Cuando ya es demasiado tarde.
Así pues, está preparado cuando la mitad de los vehículos inician la marcha en caravana y comienzan a rodear "La teta" dirigiéndose a la entrada principal. Cuando el ultimo de ellos (Un 4x4 bastante machacado por el paso del tiempo y reforzado con planchas de metal) pasa por encima de él, el Sinrostro aprovecha su oportunidad y se agarra al eje de las ruedas delanteras. Sin esfuerzo aparente, comienza  a trepar por el morro del vehículo. Cuando el conductor lo ve, asomando la cabeza por encima del capó, comienza  a dar volantazos a diestra y siniestra, presa del pánico, pero el Sinrostro clava los dedos de su mano izquierda con fuerza en la carrocería y con la mano que le queda libre alcanza su fiel motosierra. Sin molestarse en encenderla (Necesitaría las dos manos libres para ello) asesta un tremendo golpe contra el parabrisas, hundiendo la hoja unos veinte centímetros ante la atónita mirada del conductor y el copiloto del 4x4, y ahora si, suelta el asidero de su mano izquierda y tira con fuerza del puño de arranque de la motosierra. La cadena se pone en marcha con su familiar y potente ronroneo y el Sinrostro la hunde con fuerza en el interior del vehículo, atravesando el parabrisas de arriba a abajo. El copiloto se ve repentinamente bañado por la sangre y las vísceras del conductor y, gritando de terror, vacía frenéticamente el cargador de su pistola en el ser inhumano que se cierne sobre él, pero las balas no parecen afectarle y lo ultimo que alcanza a ver, mientras oye repetirse sucesivamente el inofensivo chasquido del arma descargada, es la mano abierta del Sinrostro que crece hasta cubrir el mundo entero.

En la parte trasera del 4x4, Fred y Chirlas, los encargados de la ametralladora pesada, están aprovechando el rato antes del ataque programado a "La teta" para jugar unas manos de poker. Fred está casi seguro de que el Chirlas le hace trampas (Ya le debe más de 30 cigarrillos a ese bastardo), pero aún no ha conseguido pillarle con las manos en la masa, así que aguarda pacientemente a que el puto tramposo cometa un error. Chirlas disfruta de la agradable noche mientras se fuma las ganancias que le está sacando al palurdo de Fred. Están a punto de comenzar la quinta mano cuando el 4x4 comienza a dar bandazos. Chirlas pierde la concentración y se le cae al suelo el As que estaba a punto de guardarse bajo la manga.

-¡Eh! ¿Que coño hacéis ahí delante?  -Grita mientra se pone en pie. Detrás de él oye a Fred cagándose en sus muertos. Genial. Ahora va a tener que darle de ostias para que se quede tranquilito... Se vuelve hacia Fred de nuevo, con las manos en alto en actitud apaciguadora y de repente el mundo se vuelve del revés. Aún le da tiempo a pensar que la tierra no debería estar ahí arriba antes de que su cara quede repartida a lo largo de veinte metros de asfalto.

Los tres vehículos que iban delante ya han ocupado sus posiciones frente a la puerta principal del casino cuando sus ocupantes ven como el 4x4 pierde el control y vuelca, dando varias vueltas de campana antes de chocar contra un antiguo poste de la luz y estallar en llamas. Varios hombres salen corriendo hacia el siniestro para socorrer a sus camaradas accidentados, pero antes de que lleguen siquiera a la mitad de la distancia que los separa, el amasijo de hierro deformado que hace unos instantes fuera el 4x4 estalla. Los hombres que han ido a ayudar a las victimas se tapan los ojos para protegerse del repentino resplandor, mientras piensan que es imposible que nadie haya sobrevivido a ese infierno. Por eso no dan crédito a sus ojos cuando emerge de las llamas la silueta del hombre con la motosierra caminando lentamente hacia ellos.




Y hasta aquí el capítulo III. Ya nos vamos metiendo en el follón propiamente dicho. Nuevamente la música para crear ambiente viene sugerida por Piteas (Me parece perfecta para el personaje, con ese puntito malrollero dentro de la calma). No se si se notará mucho, pero he intentado dar a cada personaje una voz propia, y por tanto la narración debería variar en función del protagonista... Creo que con El Sinrostro es con quien mejor he cogido esta noción, pero como siempre sois muy libres de comentar y criticar al respecto. Si todo marcha según lo planeado, el viernes o el sábado deberia poder publicar el capitulo IV, pero ahí ya no prometo nada, que aun lo tengo a medias ^^.





2/22/2016

Apocalypse World. Capitulo II




Capitulo II
Blues

La motera observa desde la barra. Observa la gresca que están armando sus chicos, haciendo cabalas mentales sobre si tendrá que volver a meterlos en vereda esta noche. Observa la reyerta de Larry con el borracho que va perdiendo naipes por la manga de su frac raído y manchado de vomito. Ha enviado a dos de sus mejores hombres a ocuparse del tema, aunque sospecha que pueden haber malinterpretado sus ordenes. Observa también al resto de parroquianos, intentando discernir si alguno puede suponer un problema en el futuro. Pero sobre todo, observa al hombre de negro mientras camina de vuelta hacia el taburete situado a su izquierda. Se da perfecta cuenta de que el hombre la examina con la misma intensidad que ella a el, pero no le resulta extraño: Está acostumbrada a ser el centro de todas las miradas. Lo que si le resulta inquietante es que ese hombre en concreto no aparte la mirada de sus ojos... Generalmente es lo ultimo en lo que se fijan los hombres. Tiene unos ojos preciosos, pero la batalla por la atención generalmente la ganan su cuerpo voluptuoso enfundado en cuero y su generoso escote.

-Señorita Blues... -Saluda Marte con una leve inclinación de cabeza mientras toma asiento a su lado.

-¿Como sabe mi nombre? .-Pregunta recelosa.

-Me lo dijo usted. -Blues no recuerda haber cruzado una palabra con el forastero durante el breve intercambio de saludos que ha mantenido con Larry, y aun no ha bebido tanto. Intenta leer en sus facciones si dice la verdad, pero no hay nada que leer. El tipo tiene la expresividad de un bloque de mármol.

-Creía que Larry le iba a indicar como llegar a un motel en la ciudad. -¿Por qué no se ha ido aún? ¿Que propósito oculto tiene para quedarse aquí? Son preguntas que pasan por su cabeza en apenas un instante. No puede evitarlo. Desde que se convirtió en la cabecilla de los "Sons of Davidson" su mente está condicionada para permanecer siempre alerta y suspicaz.

-Se supone que tengo que esperar aquí a que su camarero me de las susodichas indicaciones... Y ya de paso, no le haría ascos a una copa. Lastima que no haya nadie atendiendo la barra. -Como si hubiera estado esperando su entrada, en ese preciso momento les interrumpe una rubia encorsetada en un disfraz de conejita de playboy. Llega casi sin aliento, pero no espera a recuperarse antes de comenzar a disparar ráfagas de cháchara cargante con una irritante voz nasal:

-¡Ohdiosmio, ohdiosmio, ohdiosmio! ¿Lo has visto, Blues? ¡El puto Mike le ha partido la cabeza al jefe! ¡Se la ha reventado como si fuera un melón maduro! ¿Crees que sobrevivirá? ¡Ohdiosmio! -Lo dice como si fuese una única palabra. y lo repite como si fuera un mantra. Blues intenta interrumpir el monologo de la excitada camarera, pero no logra ver un resquicio por donde penetrar su inquebrantable armadura de verborrea. - ¿Que vamos a hacer ahora? ¿Quien crees que dirigirá el cotarro si no está Larry? ¿No crees que yo podría hacerlo muy bien? ¿Crees que será Red? Porque no creo que sea capaz... ¿Y quien tratará con el Sinrostro? al único que hace un poco de caso es a Larry...

-Si me disculpa, señorita: No creo que sea tan grave .-Le interrumpe Marte cuando finalmente tiene que hacer una pausa para recobrar el aliento. -Puede que la herida requiera unos pocos puntos, pero puedo asegurarle que la vida de Larry no corre peligro... -Marte posa su mano derecha en la espalda de la neumática rubia haciendo ademan de intentar tranquilizarla. Blues finalmente percibe un cambio en su expresión. Un leve entrecerrar de ojos antes de finalizar la frase.- ...Aún.

-¿Y tu quien coño eres? .-Inquiere ella de forma bastante impertinente.

-Un cliente .-Contesta Marte sin variar el tono .- Seria usted tan amable de servirme un martini?

-Claro .-Sin ni siquiera mirar lo que está haciendo, la camarera saca una cerveza del otro lado de la barra y se la planta a Marte en las narices. Blues tiene que hacer esforzarse por contener la risa. Está claro que el forastero no conoce a su adversaria o nunca le hubiera pedido nada que implicase un mínimo de trabajo.

Silver, cariño, ¿Me pones un tequila a mi? .-Sabe que tiene las misma probabilidades de conseguir lo que ha pedido que Marte (Si no menos, para atraer la atención de Silver hace falta algo que ella solo tiene entre las piernas ocasionalmente), pero no pierde nada por intentarlo.

-Lo siento, Blues. Tendrás que esperar a Red. Yo tengo mucho que hacer en la despensa. -Y sin esperar respuesta, Silver sale disparada hacia el fondo del casino. A Blues le parece que está algo más alterada que de costumbre, pero lo achaca a la pelea de antes.

-Joder, mira que es vaga la tía... .-Sentencia sin dirigirse a nadie en particular. De momento ha olvidado por completo a Marte .- Si no fuera porque respeto demasiado a Larry, cogería yo misma la botella de Tequila que tiene debajo de la barra .-Lo dice por decir, claro. Una cosa es saquear asentamientos de bandidos con su séquito de moteros y otra muy distinta robarle a un honrado camarero. De repente, siente un escalofrío al posarse la mano enguantada de Marte en la parte baja de su espalda.

-Coge lo que quieres. -Su aliento le llega cálido a la oreja y le eriza el vello en la nuca.

-Creo que cogeré la botella de todas formas, ricura .-Blues se sorprende a si misma saltando al otro lado de la barra y cogiendo la botella de tequila del caro que Larry guarda al lado de su recortada. Por un momento piensa que esa no es ella, que hay otra voluntad que se está imponiendo a la suya... No, no imponiendo. Solo eliminando ciertos bloqueos. Pero la sensación dura apenas una fracción de segundo, y para cuando saca dos vasos de chupito de la repisa ya la ha olvidado casi por completo.
Lleva un buen rato rato hablando con Marte como si fuesen viejos amigos y el nivel de la botella de tequila ha bajado peligrosamente cuando se da cuenta de que ha perdido por completo la noción de lo que pasa en el casino. Ninguno de los dos se ha percatado del ruido de cristales rotos que proviene del piso de arriba, ni han visto al hombre de la mascara kabuki seguir a Silver a la salida trasera. Todo parece estar bien. Las Shinning Stars (Dos bailarinas de strepteasse en la nomina de Larry) están supliendo al, a estas alturas ya difunto, Mike el Magnifico para regocijo de la clientela, mayoritariamente masculina, de "La teta". El ambiente no podría ser más relajado. Y justo entonces se oye la explosión.